Por Willem Veltman
Mucho se ha escrito sobre los indios Apaches y Comanches, los supuestos “bárbaros”, que cortaban cabellera (“scalp”) de sus víctimas. ¿Pero qué tan bárbaros realmente eran? Hoy día ya se sabe que el “cortar la cabellera” fue una barbaridad inventada por los europeos, para poder demostrar cuántos indios habían matado y poder cobrar el bono ofrecido por el gobierno de los colonizadores. Luego se mencionaba mucho el robo de caballos, niños y mujeres de los conquistadores españoles e ingleses. A contrario, en tiempos más recientes se llegó a concluir que los apaches y comanches eran padres muy cariñosos y cuidadosos de sus familias, y existen relatos de mujeres secuestradas por los indios “bárbaros”, quienes prefirieron vivir con los indios y nunca volver con sus familias originales. Ejemplos muy notorios son Cynthia Ann Parker, madre del jefe comanche Quanah Parker; y el caso de doña María de Jesús Arciniega, mujer Castañense, esposa de Pedro Fuentes de Hoyos, y madre del jefe apache Victorio.
Quanah Parker fue el último jefe de los Comanches, y nunca perdió una batalla contra el hombre blanco. Su tribu vagaba por el área donde se encuentra Pampas. Nunca fue capturado por el ejército americano, pero en junio 1875 decidió rendirse en Oklahoma y convertir su tribu a la cultura del hombre blanco. Quanah nació alrededor de 1850, hijo del jefe comanche Peta Nocona y Cynthia Ann Parker, una niña blanca raptada en 1836 durante una incursión de Comanches en Fort Parker, Texas. En 1860, Cynthia Ann Parker (33 años) ya siendo viuda, y ahora llamada Naduah en lengua comanche, fue recapturada por soldados americanos, junto con su hija, durante una incursión cerca del río Pease en el noroeste de Texas, en la frontera con Oklahoma. Los Texas Rangersdestruyeron su aldea, y la rescataron. Ella y su hija pequeña regresaron a la fuerza con los blancos. Sus otros dos hijos, Quanah Parker y un hermano, se salvaron porque estaban de caza el día del ataque. Hay una foto de esta mujer dando el pecho a su hija poco después de la liberación. Se había cortado el pelo, señal de duelo entre las comanches.
Cynthia Ann había vivido 24 años entre los Comanches, y sentía que nunca volvería a adaptarse a vivir con los blancos. Intentó huir sin éxito varias veces para regresar con su gente, los Comanches. En 1870 dejó de comer y su vida se apagó de pena, en el condado de Anderson, Texas, poco después de la muerte de su hija, Prairie Flower. Irónicamente su hijo Quanah Parker se adaptaría notablemente bien a vivir entre los hombres blancos, y hasta llegó a reunirse en el Capitolio con el presidente Theodore Roosevelt. En su nueva vida promovió la agricultura y viajó por medio país en ferrocarril. Se convirtió en empresario, y en el nativo americano más rico de su tiempo. Murió el 23 de febrero de 1911 con más de 60 años; lo enterraron junto a su madre. Por fin se reencontraron el indio que quiso ser blanco, y la blanca que quiso ser india.
Veamos el caso de María de Jesús Arciniega de la Garza (1813 – aprox. 1880), de la Hacienda de Castaño. ¿Se imaginaba usted que uno de los jefes Apaches Chiricahuas podría ser hijo de una mujer Castañense, y pariente del héroe Ildefonso Fuentes de Hoyos? Esta es la historia que enlazó trágicamente dos vidas.
Don Manuel Fuentes y Doña Catarina de Hoyos, originarios de Castaños, Coahuila, tuvieron 15 hijos: Pedro, Ramón, Santiago, Antonio, Anastasio, Telesforo, Rufino, Ildefonso, Manuel, Ma. Zapopan, Andrés, Avelino, Ma. del Refugio, Abraham y Elena. Esta familia sufrió un doloroso golpe de los ataques de los indios “bárbaros” el 6 de junio de 1838. Viajaban en carruchito rumbo a Monclova, procedentes de la Hacienda de Castaño, y casi para llegar a Monclova, en un punto llamado el Puertecito (lugar actualmente ubicado frente a la Fuente de las Garzas, por Soriana Pape), donde fueron atacados por una banda de indios apaches lipanes, matando inmediatamente y sin piedad a don Pedro Fuentes de Hoyos, llevándose cautiva a su esposa María de Arciniega, su cuñada Josefa Cosío, esposa de Ramón Fuentes, y a los menores Avelino (7 años), Abraham (4), y Elenita Fuentes de Hoyos (2). Las autoridades de Monclova salieron con una partida de hombres bien armados en persecución de aquellos indios, dándoles alcance en Pozuelos de Arriba, logrando rescatar a Elenita, Abraham, y doña Josefa. Lamentablemente, los Apaches lograron huir, llevándose a María y su sobrino Avelino.
Trascurren 15 años, y en 1853 Avelino, ya de 22 años de edad, logró regresar a su pueblo de Hacienda de Castaño. A los dos meses de aparecer Avelino, llegó una carta dirigida a don Telésforo Fuentes de Hoyos, en la presidencia municipal de Monclova: era nada menos que de doña María Arciniega. La carta procedía del pueblo de Las Cruces, Nuevo México, y externaba su inquietud por saber si era verdad que Avelino estaba sano y salvo con su familia, como le habían relatado unos indios. Don Telésforo contestó la carta, y su cuñada respondió la correspondencia: en la segunda carta María Arciniega dijo estar contenta que Avelino se quedara en su tierra natal, y rechazó la parte de la herencia que le correspondía al ser viuda de Pedro Fuentes de Hoyos. En el mismo escrito ella le hacía saber que había tenido un hijo llamado Victorio, que ya tenía 14 años de edad y era muy valiente. También les hizo saber su decisión de no regresar a Castaño, y quedarse a vivir en Nuevo México por el tiempo que le quedaba de vida.
A doña María Arciniega se le atribuye ser la madre del indio Victorio, legendario indio Apache, famoso por su valor e inteligencia, permaneciendo hasta nuestros días la duda que, si era hijo del finado Pedro Fuentes de Hoyos, o del jefe indio que la tomó por esposa. Pues según se cuenta hasta mucho tiempo después, cuando a Avelino le preguntaban sobre a quién se parecía Victorio él contestaba: “Se parece a mí”, y aseguraba: “Tiene los ojos como los míos: azules …”.
Contribución de: Willem Veltman, en colaboración con socios Arqueosaurios ~ Arnoldo Bermea Balderas, Juan Latapi Ortega, Francisco Rocha Garza, Luis Alfonso Valdés Blackaller, Oscar Valdés Martin del Campo & Ramón Williamson Bosque.
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