Oscar Ballesteros
El reflejo de los consumidores de sustancias tóxicas en la ciudad puede ser medido con relación a la cantidad de instituciones que ofrecen los servicios de rehabilitación en la localidad. Los grupos de alcohólicos de antaño han sufrido una evolución que apuntó a la atención, casi exclusiva, de personas adictas a las drogas y no al alcohol.
Niños desde los 10 años o menos, se enganchan con las drogas, principalmente el cristal, una potente, adictiva y destructiva sustancia que ha penetrado en todos los sectores de la ciudad.
Los más de 40 grupos de AA que prevalecían no son los únicos que encendieron su foco de alerta ante la presencia de estos consumidores, sino que por parte de las administraciones gubernamentales también se ha hecho hincapié en la creación de programas e instituciones para la prevención de estas adicciones como lo es la UNEME – CAPA.
Por otro lado, surgieron con una estrategia más rígida, y hermética, de dar estas atenciones los anexos, de los cuales se tiene el conocimiento de al menos 8 de ellos, sin embargo, sólo 6 que se mantienen bajo confidencialidad pertenecen al registro de la regulación sanitaria.
Este panorama, donde muchas instituciones se encargan de reunir a un conglomerado de personas con adicciones ya da una idea de lo que puede ser la cantidad real de estos consumidores en la localidad.
Cristo Vive, una de las asociaciones quien da alojo a estos enfermos es uno de los principales ejemplos de la situación, pues se integra por casi 1 centenar de adictos de los cuales el 95 por ciento ingresan por consumo de drogas fuertes como el cristal.
El crecimiento en el consumo de las sustancias ha repercutido en los establecimientos que fueron la sede para alojar alcohólicos, los cuales ya únicamente representan el 10 por ciento de su población total, señaló Yadin Maltos, encargado de uno de estos establecimientos.
Por el mismo motivo, “Fuerza y Voluntad” surgió en la localidad con el enfoque pleno en la tendencia de sustancias, ‘NA’ Narcóticos Anónimos, un centro dedicado a la atención de estos, debido al incremento de los consumidores. Otro colateral de la transformación en el consumo es Al – Anon, Grupo de Atención Familiar para sobrellevar la situación de hogares con miembros adictos.
A puerta cerrada, el número de centros de rehabilitación o anexos en la ciudad se han ido incrementando – aunque el registro sanitario enuncie sólo 6 – VIBE, Rompiendo Cadenas, Fe, Esperanza y Amor, Betania, Renace, otros ubicados en las colonias Guadalupe y Obreras son sitio para el alojamiento de estos consumidores.
SIN REGULACION
Dentro de estos últimos, son distintas las anomalías que se han presentado denunciadas por los familiares y mismos internos: maltrato físico y manejo de sustancias ilícitas son uno de los menores daños que se han presentado en las instalaciones, las cuales suponen un apoyo para el tratamiento de estos adictos.
Esto ha generado ya el cierre de algunos, pues desde julio del año anterior en ‘Escudo de Salvación’, anexo que operaba en la colonia Occidental de Frontera cesó sus operaciones después de que un interno resultara asesinado en una golpiza.
Los casos disminuyeron en intensidad, pero las irregularidades con los permisos de funcionamiento han causado el cierre de otros establecimientos de este tipo como “Rompiendo Cadenas’ o el de la colonia Guadalupe que tras quejas de los vecinos se mudó sus instalaciones a un lugar sin conocerse.
Actualmente, en el municipio se logran contabilizar más de medio centenar de instituciones destinadas al tratamiento de personas adictas como las mencionadas anteriormente, por lo que la cantidad de estas personas puede tratarse como considerable.
En contraste, no han noticias de golpes por parte de autoridades al tráfico de estupefacientes en esta región, donde la droga circula sin control, cobrando un alto costo a jóvenes que abandonan sus sueños y a las familias que sufren por la adicción de alguno de sus miembros, y se ven impotentes para sacarlos adelante.