Yuriria Sierra
Morirnos (literal) de calor
La mitigación y adaptación al cambio climático deben convertirse en prioridad absoluta para todos los países.
El mes de julio de 2023 será probablemente el mes más caluroso en “cientos, si no es que miles de años”, advirtió ayer jueves el muy célebre climatólogo de la NASA Gavin Schmidt. Y sí, este mes ha sido testigo de una inédita ola de calor azotando al mundo, llevando las temperaturas a niveles extremos en diversas regiones. Y tan o más alarmante que las altas temperaturas en sí mismas es la falta de planeación, acción y respuestas concretas por parte de los gobiernos ante esta crisis climática.
El cambio climático es una realidad innegable, y los efectos de esta ola de calor son sólo una muestra más de la urgencia de tomar medidas globales para combatir este desafío. Sin embargo, a pesar de las evidencias científicas y las alarmantes consecuencias que ya estamos experimentando, muchos líderes políticos parecen permanecer indiferentes o, peor aún, inmovilizados o incluso adversos al cambio ante esta crisis. O lo harán cuando el agua les llegue, no al cuello, sino a ninguna presa y a ninguna tubería. Con todas las implicaciones que esto traerá.
¿Qué va a pasar con la agricultura, con la ganadería, con la avicultura? Las altas temperaturas afectan los cultivos y reducen la producción de alimentos, lo que amenaza la seguridad alimentaria de millones de personas en todo el mundo. Además, el estrés térmico en el ganado puede provocar la muerte de animales y un impacto negativo en la producción de carne y leche.
Ante esta situación, es incomprensible que muchos gobiernos aún no estén tomando acciones concretas para abordar el cambio climático y mitigar sus efectos. Es hora de que los líderes de todo el mundo se unan y tomen medidas audaces y efectivas para proteger nuestro planeta y el bienestar de las generaciones futuras.
El Acuerdo de París fue un paso importante en la dirección correcta, pero queda mucho por hacer para cumplir con sus objetivos y limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. Es necesario un compromiso más fuerte y una cooperación global mucho más sólida para lograr esta meta.
Es cierto que algunos gobiernos han tomado medidas en la lucha contra el cambio climático, pero aún son insuficientes frente a la magnitud del desafío. La mitigación y adaptación al cambio climático deben convertirse en prioridad absoluta para todos los países, sin excepción.
La inversión en energías renovables, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y el fomento de prácticas agrícolas sostenibles son sólo algunas de las acciones concretas que deben implementarse a nivel mundial. Además, es crucial que los líderes se unan para enfrentar este problema como una comunidad global, dejando de lado las agendas políticas cortoplacistas, mezquinas y negligentes.
No podemos darnos el lujo de seguir ignorando los gritos de alarma que nos envía la naturaleza. Necesitamos ciudadanos y líderes decididos que estén dispuestos a tomar medidas audaces para proteger nuestro planeta y asegurar un futuro sostenible para todos. La inédita ola de calor que hemos experimentado en julio 2023 es un recordatorio claro y contundente de que el cambio climático es una realidad apremiante. La falta de acciones concretas y globales por parte de muchos gobiernos es una irresponsabilidad que ya no podemos permitirnos. Y debe ser una prioridad para nosotros como ciudadanos cuando acudamos a las urnas en las elecciones del año que entra.