Por Carlos Ramírez
México-Biden (y 10). Con EE. UU.
sólo una diplomacia posneoliberal
Como la política exterior es una extensión de la política interior y como los EE. UU. son para México un asunto de política interna y el relevo en la Casa Blanca marcó la llegada de los halcones de la seguridad nacional imperial demócrata-republicana, las posibilidades de la 4-T como proyecto del grupo gobernante requerirá la cancelación de la diplomacia neoliberal mexicana que dejó muy atada el proyecto salinista y una nueva diplomacia posneoliberal.
Con las conclusiones de 1988 de la Comisión sobre el Futuro de las Relaciones México-Estados Unidos tituladas El desafío de la interdependencia y el contenido estratégico de seguridad nacional de los EE. UU. en el Tratado de Comercio Libre del Memorándum Negroponte de 1993, México tuvo que modificar su pensamiento histórico sobre su vecino y subordinarse a la lógica de la seguridad nacional imperial de la Casa Blanca.
El enfoque nacionalista, de mercado interno y posneoliberal del gobierno del presidente López Obrador pudo eludir las doctrinas imperiales porque el presidente Trump carecía de un pensamiento estratégico de seguridad nacional imperial y buscó sólo que México no se aprovechara de la globalización a costa de empresas y empleos estadunidenses. Sin embargo, el equipo de política exterior del presidente Biden es una mezcla de la dominación republicana de la seguridad nacional autoritaria y las sonrisas demócratas para aplicarlas.
Una buena parte de los votos a favor de Biden estuvo estimulada por el mensaje de que Trump había hecho declinar el poderío estadounidense de dominación en detrimento del confort estadounidense y que se requería el regreso a la diplomacia de las cañoneras y del big stick (gran garrote). En este sentido, México debe prepararse para una fase de presión estadounidense que lo obligará a apoyar iniciativas militaristas estadounidenses.
En este sentido, los grandes temas de la agenda de Biden con México se van a reducir a dos puntos: migración y narcotráfico, las dos con una mayor intervención de la Casa Blanca en las políticas mexicanas. Biden hará más presiones de las que hizo Trump en esos dos temas, con la diferencia de que Trump aplicó coacciones para contener conflictos, en tanto que el equipo de seguridad nacional y política exterior de Biden las usará para controlar a México y alinearlo a las prioridades estadounidenses contra China, Rusia, Venezuela e Irán.
El corto ciclo seguro de cuatro años de Biden en la Casa Blanca –en realidad los primeros dos, porque los otros dos serán de lucha por la candidatura presidencial estadounidense de 2024– obligará a México al replanteamiento de una política exterior posneoliberal y no ortodoxa, fuera de las tradiciones conservadoras de la diplomacia burocrática de la cancillería. Los primeros indicios revelan que el canciller Marcelo Ebrard entiende de estos juegos de poder, pero la burocracia diplomática está presionando en Palacio Nacional para subordinar a México a la lógica del poder de la Casa Blanca dominada por la alianza militarista y de seguridad nacional entre demócratas y republicanos.
Lo peor que le puede ocurrir a México será jugar con las reglas de las tradiciones diplomáticas bilaterales, porque ahí la burocracia de poder de la política exterior estadunidense se mueve de manera articulada, en tanto con Trump se basaba en los caprichos personales. En este sentido se localiza uno de los primeros mensajes internacionalistas de Biden: “los EE. UU. (durante su gobierno) están listos para liderar el mundo”. Washington pasará del aislacionismo de Trump al hegemonismo de Biden.
En este contexto, el principal desafío que plantea Biden a México será dar el paso de la diplomacia neoliberal de Salinas de Gortari y las obligaciones geopolíticas del Tratado a una política exterior dinámica, de seguridad nacional hacia el exterior y basada en un replanteamiento de todos los acuerdos de cooperación firmados de 1970 a la fecha porque todos ellos cedieron la soberanía mexicana a los intereses, enfoques y principios estadounidenses. Y el primer paso sería limitar el intervencionismo de la Casa Blanca de Biden en asuntos mexicanos.
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Política para dummies: La política es un acto soberano frente a los demás.
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