José Mariano Orozco Tenorio
Se trata de una novela (Editorial Anagrama, 2008. Trad. Jaime Zulaica) con rasgos autobiográficos y un erotismo muy ad hoc de los franceses, que revela desde el inicio de la obra (las primeras dos páginas) la procedencia del autor.
Emmanuel Carrére es un novelista, guionista y escritor muy prolífico, con más de 50 obras publicadas e inclusive algunas premiadas. Obtuvo el Premio Princesa de Asturias y -curiosamente- reconocido por la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, en 1991. Y anotamos ‘curiosamente’ porque no es un autor muy difundido en México.
Sus obras se caracterizan por mezclar la ficción con trozos de la realidad y el autor juega con el lector al dejarle a éste que investigue que tanto es de uno y que tanto es del otro.
Los libros de Carrére reflejan su proximidad a la soledad, al autoanálisis, al autocuestionamiento de tal manera que lo acercan a considerar el suicidio.
Una Novela rusa se basa en una investigación real que el autor emprendió sobre el paradero de su abuelo, que desapareció en 1944, del que -al final y en la vida real- se sospecha que fue liquidado por los nazis.
Quizás para el público mexicano surge un descontrol desde la segunda página, al describir una fuerte escena erótica. No es muy común que a los inicios de una obra, incluyendo las últimas de Vargas Llosa y Leonardo Padura, se vayan a este extremo.
La descripción a detalle del clima de tierras rusas contagia y establece un ambiente propicio para el misterio, umbrío, rociado naturalmente de mucho alcohol.
“Toda mi vida me he considerado no normal, excepcional, a la vez maravilloso y monstruoso…” Esta cita dibuja la personalidad del autor que transmite en sus numerosas obras, entre las cuales figuran: El Adversario; Yoga; De Vidas Ajenas; y, la última (que habrá que analizarla) Crónica V13.
Emmanuel Carrére se vió frustrado al no concluir positivamente su investigación sobre el paradero de su abuelo y se dedicó a buscar consuelo en aventuras amorosas. De hecho, el libro no tiene un final como tal.
La novela tiene mucho de autodescripción de la vida del autor; podemos decir que es en parte una obra autobiográfica, con la prevención de que no se sabe con certeza cuanto es real.
La traducción al español es muy aceptable y con un estilo literario limpio y claro. Si bien utiliza modismos españoles, no afecta la comprensión de la trama.
El autor pertenece al movimiento de la literatura francesa posmoderna, con mucha influencia en caer en los análisis de la propia existencia y del quehacer del hombre. Refleja la “nueva” sexualidad de la juventud francesa, así como la ilustra magistralmente.
La narración, en primera persona, se centra en un reportaje que aparece en la prensa internacional sobre un hombre de avanzada edad que es localizado en un poblado minúsculo de Rusia, que habla un idioma desconocido y que no se le puede identificar al cien por ciento con seguridad. Se sospecha que es un sobreviviente de los campos de concentración nazis. Su fotografía se publica en diversos medios de comunicación internacionales y aparecen algunas personas que reclaman ser parientes. Entre ellos, destaca un hombre de origen búlgaro que adjudica su parentesco y aporta el supuesto nombre del personaje. Del autor de la novela transmite indicios de que dicha persona es su abuelo desaparecido, aunque su investigación no es concluyente.
Después de la publicación de la obra, el autor hace confesiones sobre su personaje y de aspectos de la trama que da a entender que se trata de su propia vida, sin embargo, juega con con los lectores para que éstos puedan ralentizar que parte corresponde a él.