El ex Presidente de Uruguay, falleció ayer martes
Por Staff/Agencia Reforma
La Prensa
URUGUAY.- Hace una década, el mundo sintió una breve fascinación por José Mujica. Era el Presidente uruguayo que había rechazado el palacio presidencial de su país para vivir en una pequeña casa con techo de lámina con su esposa y su perro de tres patas.
Este 13 de mayo, luego de una batalla contra el cáncer de esófago, Mujica falleció a los 89 años.
En discursos ante líderes mundiales, entrevistas con periodistas extranjeros y documentales en Netflix, Pepe Mujica, como se le conoce universalmente, compartió innumerables anécdotas de una vida digna de una película. Robó bancos como guerrillero urbano de izquierda; sobrevivió años como prisionero, incluso entablando amistad con una rana mientras permanecía en un agujero en la tierra; y ayudó a liderar la transformación de su pequeña nación sudamericana en una de las democracias más sólidas y socialmente liberales del mundo.
Pero el legado de Mujica será más que su pintoresca historia y su compromiso con la austeridad. Se convirtió en una de las figuras más influyentes e importantes de Latinoamérica, en gran parte por su filosofía directa en el camino hacia una sociedad mejor y una vida más feliz.
De vendedor de flores a guerrillero
José Mujica nació el 20 Mayo de 1935 en Montevideo, en una familia de pequeños propietarios agrícolas. Su educación se vio interrumpida antes de terminar la secundaria. Desde muy joven, se introdujo en la militancia política en el Partido Nacional.
En los años 60 se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), más conocido simplemente como Tupamaros, una organización guerrillera de izquierda que luchaba contra la desigualdad y la represión estatal.
Su rebeldía contra lo establecido que lo llevó en su juventud a ser uno de los líderes de la guerrilla urbana, activa en Uruguay entre la década del 60 y hasta 1972, también le permitió soportar la tortura a manos de militares y 13 años de prisión en condiciones infrahumanas.
Durante la dictadura militar uruguaya (1973-1985), fue capturado y pasó 13 años en prisión, sin juicio formal.
De guerrillero a Presidente
Tras la restauración democrática y su liberación en 1985, Mujica fundó el Movimiento de Participación Popular (MPP), que lideró hasta su muerte y transformó en el sector más votado del Frente Amplio, el principal partido del país.
Fue electo diputado en 1995, senador en 1999 y Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca entre 2005 y 2008. En 2009, ganó las elecciones presidenciales y asumió el cargo el 1 de marzo de 2010.
Se ganó el apodo de “Presidente más pobre del mundo” por su austeridad, mismo del que renegaba.
Mujica alcanzó una popularidad inusitada para un Mandatario de un país de 3.4 millones de habitantes, estable y enclavado entre los gigantes Brasil y Argentina.
Su nombre recorrió el mundo en 2012 con un aplaudido discurso en la conferencia de la ONU Rio+20. Sin corbata, subió al estrado de la conferencia y despotricó contra el consumismo.
Un año después fue aún más duro en la asamblea general de la ONU, donde criticó que la humanidad haya “sacrificado a los viejos dioses inmateriales” para ocupar “el templo con el dios mercado”.
En su modesta vivienda en la periferia de Montevideo, que se rehusó a abandonar durante su presidencia, recibió a personalidades como el rey emérito de España Juan Carlos II y a figuras del espectáculo como el director de cine Emir Kusturica.
El cineasta serbio, fascinado por la personalidad del ‘Pepe’, hizo un documental sobre su vida que estrenó en 2018.
Sin pelos en la lengua, algunas de sus frases fueron portada a lo largo del mundo.
De un directo insulto a la FIFA en 2014 a los muchos “no sea nabo” (bobo) al responder a periodistas. O cuando dijo “esta vieja es peor que el tuerto” hablando de la entonces Presidenta argentina Cristina Kirchner y su fallecido esposo, sin darse cuenta que un micrófono estaba encendido.
En su mandato, el ex guerrillero se caracterizó por romper el tablero.
Impulsó la legalización del mercado de marihuana con un inédito plan que puso al Estado a manejar desde la producción a la comercialización el cannabis, y tomó otras decisiones polémicas como recibir presos de Guantánamo, en acuerdo con el entonces Presidente estadounidense Barack Obama.
“El mayor acierto”
La pandemia lo obligó a renunciar en 2020 a su banca en el Senado, pero la militancia, sus luchas dialécticas y negociaciones con rivales y aliados políticos se mantuvieron.
Al igual que el cultivo de la tierra y las flores, la pasión que despuntó sobre su tractor en su granja hasta que su cuerpo dijo basta.
Su esposa Lucía Topolansky, ex guerrillera, ex senadora y ex Vicepresidenta (2017-2020) fue una constante en su vida durante cinco décadas.
“Haber encontrado a Lucía a la larga fue el mayor acierto”, dijo Mujica a la AFP en su casa pocos meses antes de morir, rodeado de sus libros y sus recuerdos.
Sin ella hubiera sido “muy difícil” sobrevivir, aseguró.
Su última batalla
Mujica reveló a principios de este año que el cáncer de esófago que le fue diagnosticado en mayo de 2024 se extendió y que su cuerpo no soportaba más tratamientos.
“Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho Viejo querido”, escribió Orsi en su cuenta X.
“Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. El guerrero tiene derecho a su descanso”, declaró el ex Presidente (2010-2015) al semanario Búsqueda en enero.
Su médica personal, Raquel Pannone, confirmó entonces que Mujica tenía metástasis en el hígado.
Pese al cáncer Mujica fue un pilar clave para el regreso al poder del izquierdista Frente Amplio en las elecciones de noviembre de 2024, en las que hizo campaña activamente por el actual Presidente Yamandú Orsi.
“Tiene algo de grato sabor, un poco como premio de despedida”, dijo en una entrevista con la AFP tras el triunfo de su delfín. “Tengo que darle gracias a la vida porque cuando estos brazos se vayan, va a haber miles de brazos sustituyéndome. Gracias, hasta siempre”, dijo en su último discurso público