A 8 semanas de que entrara en vigor la prohibición, padres y alumnos muestran resistencia a sustituir sus clásicos taquitos clásico por opciones más saludables
Por Iván Villarreal
La Prensa
Aunque la Secretaría de Educación Pública (SEP) prohibió la venta y consumo de comida chatarra en las escuelas, la tortilla de harina sigue siendo parte habitual de los refrigerios de los estudiantes en Monclova.
Isabel Jiménez Blanco, directora de la Escuela Primaria Josefina Ortiz, señaló que el cambio ha sido gradual y no ha estado exento de resistencia. “Todo es un proceso, un cambio de hábitos que empieza desde casa y continúa en la escuela”, explicó.
En su plantel, como en muchas otras escuelas, la cooperativa eliminó productos chatarra e incorporó opciones más saludables, como frutas, aguas frescas y tortillas integrales. Sin embargo, los hábitos alimenticios profundamente arraigados han dificultado una transformación completa.
“El taquito con tortilla de harina es el lonche más común aquí en Monclova. Al principio, los niños estaban inconformes, decían: ‘yo quiero traer un frito’ o ‘no me pueden quitar esto’, pero poco a poco se han ido adaptando”, comentó la directora.
Aunque frituras y bebidas azucaradas prácticamente han desaparecido, la tortilla de harina sigue presente. Convencer a las familias de sustituirla por su versión integral o por opciones menos procesadas es aún un reto.
Jiménez Blanco subrayó que el cambio debe comenzar en casa: “Hay que hacer conciencia. Entendemos que muchas madres trabajan y optan por lo más práctico, pero si desde casa comenzamos a cambiar, podemos lograr mucho. Ya ha habido pequeños avances, como niños que prefieren agua natural en lugar de refrescos o jugos embotellados”.
La escuela ha tenido un papel clave, no solo como reguladora, sino como promotora de una cultura de salud. Sin embargo, el camino hacia una alimentación más sana sigue encontrando obstáculos… y uno de ellos se envuelve, fielmente, en una tortilla de harina.